
Las mujeres que vienen al gabinete a hacerse una exfoliación cada tanto reciben el trato personalizado en la camilla, pero suelen no irse con los oídos y las manos vacías: con los primeros calores les recomiendo el chorro de agua fría después de la ducha caliente, con qué jabón y cómo frotarse, les proveo la gel y cremas adaptadas a las características de cada piel para esparcir con fruición debajo de los pechos, en la cola y las rodillas principalmente. Se van como si me llevaran a su casa para que el tratamiento no pierda continuidad. Digamos: una antiedad a la medida de cada una, pero "amimanera". Leer más
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