sábado, 22 de septiembre de 2012

La Primavera y nosotras, quién da la bienvenida


Si habláramos en latín estaríamos dándole la bienvenida al “primer verano”, como le llaman, o a la estación de las flores y el amor, como le decimos por acá, que empieza a despuntar cuando el viento barre el frío invernal.
Los chinos le dicen “primer movimiento”, que etimológicamente en la lengua sino coincide con la madera, el tronco de la planta o el árbol que crece.
Por si la mayor luminosidad que entra por la ventana y la temperatura más templada que siente la piel no fueran suficientes señales, las hormonas reciben los estímulos de la melatonina o las feromonas que ocasionan la radiación solar y los cambios meteorológicos.
Sin mencionar el registro del abundante polen que emana de las flores, que es portador de picazón, enrojecimientos e insistentes y molestos estornudos.
Las semillas rompen su envoltorio para ir en busca de la luz, las ramas florecen, el verde asoma.
Este primer contacto cromático debería trasladarse a la cocina, con las verduras, las ensaladas hace limpieza en nuestro cuerpo.
Antes que para ver resultados reflejados en el cuerpo, el espejo nos permite auscultar en los ojos la salud.
El baño es el aliado casero y el gabinete de estética, el antídoto para afrontar estas mutaciones estacionales.
Pero el ciclo vital se inicia afuera, en el Este (donde se define el elemento madera) con la salida de un sol que mueve nuestra energía global, los músculos como estructuradores de nuestro árbol físico-corporal e invita a caminar, hacer ejercicios al aire libre y buscar una clara dirección hacia la que se quiera ir.

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